sábado, 4 de enero de 2014

Umbral

CAPITULO IV

Ambos nos quedamos en silencio, mientras El Ingeniero no dejaba de mirar sobre su hombro, supervisando la marcha de los muchachos.

- Umbral... Esto es Umbral... es EL Umbral...
-En efecto, "Señor X", este es el Umbral por el que pasan los niños, todos aquellos que han muerto jóvenes.

No terminaba de comprender la situación, pero poco a poco las respuestas fueron emanando hacia mí: Para empezar, llegamos de la nada, no recuerdo ni cómo llegamos. Como si nada entramos a la primera casa que vimos y nos recibieron tan cordialmente, como si fuéramos personas que esperaban desde hace tiempo, o tal vez... porque éramos diferentes. No lo sé. Después la historia de nuestros anfitriones, nos contaron que los niños de ahí mueren a partir de los 20 y máximo llegan a los 25, los adultos que superaron esa edad equivalen a las personas que viven por arriba de los 100 años en nuestro mundo, porque estábamos en otro mundo, ¿verdad?, ¿O acaso si estábamos en un plano donde las cosas son normales como las consideramos?

No podía entender ni asimilar todo esto que, aunque había empezado ya hace un rato, ahora mismo bombardeaba mi mente anhelando respuestas. 

-Bueno pero, El Ingeniero, antes de irte, responde una pregunta que tengo para ti.- dije finalmente.
-Adelante, "Señor X", el tiempo aun apremia para mi entidad.
-Me han dicho que estos son niños que van a su muerte, pero ahora acabas de decir que todos ellos ya han muerto. ¿Cuál es la verdad de este lugar?, ¿Y si en todo caso de ser verdad que estos niños ya estaban muertos, entonces quienes son los adultos que viven en este Umbral?
-Bueno, no creo que venga al caso decirlo, pero para empezar usted ha hecho dos preguntas, y dijo que solo quería respuesta de una. Sabiendo esto, elija una pregunta.
-La segunda pregunta.
-Muy bien, los adultos de este lugar no son nada, no son más que elementos del entorno, creados para que los jóvenes que llegan aquí no se sientan tan miserables. Después de todo, el morir tan joven puede dejarte marcado incluso en este plano.
-Creo entenderlo...

Ahora todo se aclaraba un poco más, lo que El Ingeniero no pudo notar es que al responder mi segunda pregunta también me ayudó a responder la primera: no estábamos en la Tierra, tal vez sí, pero no en un plano normal. Pero El Ingeniero se equivocó en algo, los padres de este lugar sí representan algo: representan a la Tierra, al hecho inherente de que para no ser más que parásitos que pululan sobre su superficie como los percebes sobre los lomos de las ballenas, a fin de cuentas nacemos, crecemos y morimos en ella, acogidos en su lecho, haciéndola parte de nosotros y ella haciéndonos parte de su familia, por ende este plano representa también que tal vez nos vamos, pero al final algún día volveremos ("...esperamos que nuestro pequeño no tarde demasiado en regresar a la vida.").

Tal vez El Ingeniero no me dijo esto de manera intencional, tal vez esperaba que yo lo intuyera, después de todo él dijo conocer a TODOS, así que, ¿Por qué no saber que tengo habilidad para interpretar conversaciones o incluso canciones?

-¿Cómo salimos de aquí?- pregunté de nuevo- no me importa el número de pregunta, dímelo ya.
-Muy simple, "Señor X", no se necesita más que caminar en la dirección contraria de la marcha de los jóvenes. Avance sin parar hasta que llegue a la barrera de neblina. Solo entonces usted y su desvanecido primo podrán salir.

Al decir "desvanecido" de inmediato di vuelta. Ricardo yacía desmayado en el césped húmedo. Corrí hacia él y levanté su cabeza para tratar de hacerlo reacccionar. Al no encontrar respuesta, voltee de nuevo para pedirle ayuda a El Ingeniero, pero me di cuenta de que ya no estaba. A lo lejos pude distinguir su sombrero de copa que partía la niebla limpiamente.

-¡Adios, "Señor X", disfrute y viva su vida. Espero que pase mucho antes que deba ir por usted!

Dicho esto, se perdió de vista entre la densa niebla. Como pude, ayudé a Ricardo a levantarse, y lo cargué a cuestas llevándolo por la calle en la dirección opuesta de la marcha.

La niebla empezó a hacerse más densa, casi un muro tangible de humedad. Me detuve en seco, di vuelta y grité:

-¡Gracias por todo, Paul y Sonia!
No me quedé a escuchar respuesta, terminé de cruzar la niebla, era cada vez menos gris hasta que se volvió blanca, brillante, ya no como humedad sino como luz. Y finalmente...

-...zael!- dijo una voz- ¡Mizael!- gritó la voz.

Abrí los ojos y me incorporé lentamente, al hacerlo sentí un dolor punzante en el costado, y otro en la nuca. Al final pude ver todo con claridad. Estábamos en el puente de Pánuco, la tarde había avanzado y la noche esperaba para regir por unas cuantas horas. La motocicleta de Ricardo estaba tirada sobre la gran acera y apuntaba amenazadoramente a caer al río desde la altura. Pude recordar que íbamos los dos de vuelta a mi casa, Ricardo había ofrecido llevarme hasta allá en su motocicleta. Uno de los dos carriles del puente estaba cerrado por remodelación en la entrada del puente. Ergo, los autos debían turnarse para cruzar por un solo carril. Nosotros esperamos y cruzamos en nuestro turno, pero el conductor de un camión de redilas no lo hizo así, y se disparó violentamente hacia nosotros. Ricardo no dejó que el miedo se apoderara de él, no lo digo porque vi su rostro, sino por la acción que realizó: Lanzó la motocicleta contra la acera del puente, el impacto inicial nos lanzó hacia el mismo y a la parte superior de la motocicleta, pero la parte inferior fue aplastada por el camión. Ya no pude saber más pues el impacto inicial me lanzó contra uno de los barandales de concreto del puente y me golpeó la cabeza, haciendo que me desmayara.

Supuse que Ricardo tal vez estaba consciente todo ese tiempo, tal vez el único que entró a Umbral fui yo, o tal vez nunca entré y todo fue un sueño. Nunca lo sabré, le pregunté a Ricardo si recordaba algo, él dijo que no. Miramos a ambos lados del puente y las personas se acercaban a auxiliarnos, escuché como sonaban las sirenas de la policía que ya llegaba a auxiliarnos mientras varios conductores evitaban que el estúpido conductor que casi nos mata se diera a la fuga. Al final no quedamos más que con unos cuantos golpes y yo con una ligera contusión en la cabeza. Tal vez eso me hizo soñar con Umbral, como lo dije antes, no lo sé.

Ahora, mientras escribo esto, han pasado ya muchos años. Mis hijos juegan ahí afuera siguiendo mis órdenes: "Disfruten y vivan su vida". Escribo esto porque tal vez llegue el día en que este recuerdo abandone mi mente, o que llegue el día en que yo abandone este mundo. Así que espero que perdure en estas palabras, mientras espero la llegada de El Ingeniero.